El Gobierno Nacional avanza con políticas de control y regularización de mercados concentradores, verdulerías y supermercados, a través de las intendencias de los municipios del AMBA.
La Secretaria de Comercio Interior analiza dos estrategias para estabilizar los precios: una canasta de frutas y verduras a precios diferenciales y relevamientos de comercios de proximidad, y otra, la articulación con el Mercado Central para comprar los productos de forma anticipada y garantizar oferta, para cuando haya desabastecimiento de determinado alimento y así el precio tienda a la estabilidad.
Ambas propuestas tomarían como punto de partida el AMBA, por su concentración en términos de volumen de productos, demanda y población, y luego se expandirían a nivel nacional. Sin embargo, sus planificaciones no corren a la misma velocidad. Una fuente que sigue de cerca los pasos a seguir, admitió que «es más factible que salga primero la canasta» porque el fideicomiso articulado con el Mercado Central implicaría compras por adelantado de productos perecederos.
«Para eso tuviste que arreglar un precio y ese precio puede encarecerse por las propias fluctuaciones de las frutas y verduras. El centro de esta medida es el volumen de producción, pero justamente no es lineal. Además, hasta que llega al consumidor, la cadena tiene muchas dispersiones. Es difícil pensar un esquema así», reflexionó.
Para lograr precios regulados, desde el gobierno trabajan con mercados concentradores, supermercados y verdulerías del AMBA. En este último punto de venta los consensos para fijar valores se ven dificultados por «el alto nivel de informalidad, dispersión y atomización» que registran, advirtió una fuente que está al tanto de las negociaciones, dadas hasta la semana pasada y sobre todo con intendentes del tercer cordón del conurbano bonaerense. Es por eso que los municipios pasarían a colaborar en el control del cumplimiento del acuerdo. Igualmente, los precios determinados estarían atentos a «las fluctuaciones del clima, cuestiones logísticas, como problemas con los camiones de carga, cambios de la zona productiva (a veces, determinado alimento cambia de origen y el costo de transporte varía) y márgenes de ganancia razonables», explicaron a los medios. Las revisiones de precios se realizarían cada quince días.
De momento, los productos incluidos serían papa, cebolla y tomate (que representan el 40% del consumo) y se busca sumar la naranja y la banana. En GBA, según Indec, estos alimentos en febrero sufrieron variaciones mínimas del 7%, en el caso de la papa, y máximas del 40,8%, en el caso del tomate. El 7 de abril, junto con la renovación de Precios Cuidados, podría haber novedades.
Por otro lado, Nahuel Levaggi, presidente del Mercado Central, habló con este medio sobre la posibilidad del fideicomiso. Aseguró que la propuesta salió desde el organismo y se enfoca en fondear parcialmente por adelantado a cooperativas y pequeños productores para aumentar la producción de la papa, cebolla y tomate, y asegurar stock para épocas donde estacionalmente baja la oferta y sus precios suben. Estima que el fondo rotativo sería de $ 600 millones y, si bien la comunicación con Comercio es diaria, advirtió que «el fondo debería comenzar ya» porque «los tiempos de siembra no esperan». De ser así, los resultados recién comenzarían a verse entre septiembre y noviembre. Pasada la cosecha, el Mercado Central vendería esos productos ya con un precio de referencia fijado.
¿Por qué se torna tan difícil coordinar estos precios? En la dispersión de la cadena está la respuesta. «No hay valores de referencia, se manejan por la propia dinámica de oferta y demanda del mercado», dijeron desde el oficialismo. Días de lluvia pueden afectar la producción, pérdida por pudrición genera remarcaciones, al igual que aumentos en el flete, o alzas mayoristas de hasta el 100% en cuestión de horas, que luego bajan, pero ya fueron trasladadas a verdulerías, revendedores o intermediarios. «Es un quilombo», resumieron puertas adentro«.