Ayer se dio a conocer el fallecimiento Alfredo Ayala, «Mantecol» sobreviviente, testigo de la ESMA y el hombre que escapó dos veces del terror de ese centro clandestino de detención, tortura y muerte. Este lunes, el Horable Consejo Delibernante de Merlo realizará un velorio en su honor.
Mantecol fue actor central en el movimiento villero peronista de los 70. Ya detenido desaparecido, fue integrante de «la perrada», el grupo de secuestrados y secuestradas de la ESMA obligados a reformar el centro clandestino, las casas robadas a los secuestrados para venderlas y las «casas operativas», quintas y empresas usadas por los genocidas.
Además él mismo fue testigo y denunció todas las reformas de la ex ESMA con las que el grupo de tareas buscó ocultar sus crímenes, sobre todo ante la inspección de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos, en 1979.
También integró la primera comitiva de sobrevivientes que entró al predio con Néstor Kirchner, y quien luego contaría una y otra vez lo que significó en lo personal y en lo colectivo aquella convocatoria del expresidente, y cómo ese gesto cambió el lugar simbólico que ocuparían de allí en más los detenidos. Sus restos son velados hasta el lunes por la mañana en el Concejo Deliberante de Merlo.
Ayala era responsable del movimiento villero de zona norte y varias veces había eludido por los pasillos de las villas al grupo de tareas que enviaban a capturarlo. Cayó en septiembre de 1977 y, como parte de «la perrada», fue usado para trabajo esclavo en diferentes actividades.
La última, en el taller de un tío del represor Jorge Radice. Lo dejaban a las seis de la mañana y lo pasaban a buscar a las seis de la tarde para llevarlo de vuelta a la ESMA. Una tarde se fue caminando y regresó a la villa. Lo volvieron a capturar tres semanas después. Fue castigado y encerrado. Después le dijeron que le darían una segunda oportunidad y lo llevaron a la isla El Silencio, en el Tigre, donde los marinos tenían un emprendimiento de madera.
En mayo de 1980 lo dejaron en el obraje sin custodia. Volvió a escapar en una lancha que pasó circunstancialmente cerca del lugar.
La historia de Mantecol fue parte de la historia del movimiento villero, uno de los sectores sobre los que muchos años después echarían luz los juicios de la magacausa ESMA, en donde fue uno de los testigos.
Desde el Espacio de Memoria de la ex Esma despidieron «con infinita tristeza» al «compañero comprometido cotidianamente con la transmisión de la memoria a las nuevas generaciones». «Su aporte a la memoria y su testimonio para que los asesinos, torturadores y violadores terminaran en la cárcel fue de la mano de su militancia barrial hasta hoy», destacó la sobreviviente Miriam Lewin.
«Entre los renglones de la historia de Mantecol gritan los villeros organizados del conurbano, las víctimas de los vuelos de la muerte, el Padre Mugica, el terror en la ESMA con su Capucha y Capuchita», lo describieron desde La Garganta Poderosa.